Heroina
La
heroína es una droga adictiva cuyo uso constituye un grave problema
en los Estados Unidos. Estudios recientes sugieren que ha habido un
cambio en la forma en que se usa la heroína, pasando de inyectársela
a inhalarla o fumarla, debido a que ahora se consigue una heroína de
mayor pureza y que prevalece el concepto erróneo de que estas formas
de empleo son más seguras.
La
heroína es un derivado de la morfina, una sustancia que ocurre
naturalmente y se extrae de la bellota de la amapola o adormidera
asiática. La heroína generalmente aparece en forma de polvo blanco
o marrón. Los nombres callejeros relacionados con esta droga
incluyen "pasta", "H", "dama blanca",
"polvo blanco" y "lenguazo" en español y
"smack", "H", "skag", y "junk"
en inglés. Otros nombres se refieren al tipo de heroína producido
en una zona geográfica específica, como el "Mexican black
tar" ("alquitrán negro mejicano").
El
abuso de la heroína está asociado con consecuencias graves para
la salud, incluyendo la sobredosis mortal, el aborto espontáneo,
la oclusión de las venas y, particularmente en el caso de los
usuarios que se la inyectan, enfermedades infecciosas, incluyendo
el VIH/SIDA y la hepatitis.
Los
efectos a corto plazo del abuso de la heroína aparecen poco
después de la primera dosis y desaparecen en unas pocas horas.
Después de una inyección de heroína, el usuario dice sentir un
brote de euforia (un "rush") acompañado de un cálido
enrojecimiento de la piel, sequedad bucal y pesadez en las
extremidades. Después de esta euforia inicial, el usuario pasa a
una sensación de estar volando ("on the nod"), un
estado en que se alterna entre estar completamente despierto y el
sopor. Las facultades mentales se turban debido a la depresión
del sistema nervioso central. Los efectos a largo plazo de la
heroína aparecen después de haber usado la droga repetidamente
por algún período de tiempo. Los usuarios crónicos pueden
sufrir oclusión de las venas, infección del endocardio y de las
válvulas del corazón, abscesos, celulitis, y enfermedades del
hígado. Pueden haber complicaciones pulmonares que incluyen
varios tipos de neumonía como resultado del mal estado de salud
del toxicómano, así como por los efectos depresores de la
heroína sobre la respiración.
El
uso regular de la heroína produce tolerancia a la droga, lo
que significa que el usuario tiene que usar una mayor
cantidad de heroína para obtener la misma intensidad del
efecto. Este uso de dosis más altas lleva con el tiempo a
la dependencia física y la adicción. Con la dependencia
física, el cuerpo se adapta a la presencia de la droga y
puede sufrir los síntomas del síndrome de abstinencia si
el uso se reduce o se descontinúa.
El
síndrome de abstinencia, que en los abusadores habituales
puede ocurrir tan rápido como a las pocas horas de la
última administración de la droga, provoca un deseo
vehemente de usar heroína, agitación, dolores en los
músculos y en los huesos, insomnio, diarrea, vómito,
escalofríos con piel de gallina ("cold turkey" o
"romper en frío"), movimientos en forma de
patadas ("kicking the habit") y otros síntomas.
Los principales síntomas de este síndrome alcanzan su
punto máximo entre las 48 y 72 horas después de la última
dosis y se calman después de aproximadamente una semana. A
pesar de que el síndrome de abstinencia de la heroína se
considera menos peligroso que el del alcohol o el de los
barbitúricos, ocasionalmente puede ser mortal cuando un
toxicómano con una dependencia fuerte a la droga y en mal
estado de salud la deja abruptamente.
Hay
una gran variedad de opciones terapéuticas para la
adicción a la heroína, entre las que se incluyen los
medicamentos y la terapia de la conducta. La ciencia nos
ha enseñado que cuando se combina el tratamiento basado
en medicamentos con otros servicios de apoyo,
frecuentemente el paciente puede dejar de usar heroína
(u otro opiáceo) y volver a una vida más estable y
productiva.
En
noviembre de 1997, los Institutos Nacionales de la Salud
(NIH, por sus siglas en inglés) convocaron un Panel de
Consenso sobre el Tratamiento Médico Eficaz de la
Adicción a la Heroína. El panel de expertos nacionales
concluyó que las adicciones a los opiáceos son
enfermedades del cerebro y trastornos médicos que en
realidad sí pueden tratarse eficazmente. El panel
recomendó firmemente (1) mayor acceso a los programas
de tratamiento de mantenimiento con metadona para las
personas adictas a la heroína u otras drogas opiáceas;
y (2) la eliminación de regulaciones federales y
estatales así como de otras barreras que impidan el
acceso a estos programas. El panel también recalcó la
importancia de ofrecer orientación sicológica para el
abuso de sustancias, terapias psicosociales y otros
servicios de apoyo al paciente que fomenten la retención
y el éxito de los programas de tratamiento de
mantenimiento con metadona.
La
metadona, un medicamento opiáceo sintético que
bloquea los efectos de la heroína por unas 24 horas,
tiene una historia de éxito probado cuando se receta
en dosis suficientemente altas para las personas
adictas a la heroína. Otros medicamentos aprobados son
la naloxona, que se utiliza para tratar casos de
sobredosis, y la naltrexona, ambas actúan bloqueando
los efectos de la morfina, la heroína y otros
opiáceos.
Para
la mujer embarazada que abusa de la heroína, el
mantenimiento con metadona combinado con cuidados
prenatales y un programa de tratamiento integral para
el abuso de drogas puede mejorar muchos de los
resultados maternos y neonatales perjudiciales
asociados al abuso de la heroína sin tratamiento. Hay
evidencia preliminar de que la buprenorfina también
es segura y eficaz para tratar la dependencia a la
heroína durante el embarazo, si bien los bebés
expuestos a metadona o buprenorfina durante el
embarazo normalmente requieren tratamiento para el
síndrome de abstinencia. En el caso de las mujeres
que no quieren o no pueden recibir farmacoterapia para
su adicción a la heroína, la desintoxicación de los
opiáceos durante el embarazo se puede lograr con una
relativa seguridad, aunque también es necesario
considerar la probabilidad de que recaigan en el uso
de la heroína.
La
buprenorfina es una adición reciente a la gama de
medicamentos que ahora están disponibles para el
tratamiento de la adicción a la heroína y otros
opiáceos. Este medicamento es diferente a la
metadona porque ofrece menos riesgo de adicción y se
puede dispensar en la privacidad de un consultorio
médico. También se están estudiando varios otros
medicamentos para el uso en programas de tratamiento
para la adicción a la heroína.
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